FOTOS: NACHO ROJAS STYLING: NATALIA SCHWARZENBERG Y SOFIA PINTO HAIR & MAKEUP: ALE DEL SANTE REDACCIÓN: ARIEL RICHARDS AGRADECIMIENTOS: ESTUDIO FE
Después de 15 años de conocernos un día Mane Swett llegó a almorzar a mi casa. Conversamos de cosas que nunca habíamos hablado y de otras que habíamos olvidado.
Mane: ¿Lo has probado antes?
Héctor: Sí.
Mane: ¿Se escucha bien?
Héctor: Esperemos. ¿Cuál fue tu primer recuerdo de niña?
Mane: Mi mamá pegándome.
Héctor: ¿De verdad?
Mane: Sí, te juro.
Héctor: Vamos a cortar esta hueá, no podemos partir así.
Mane: Ya, me acordé de otro. Una vez estaba con pataleta pegándole al ventanal y con el pie rompí el vidrio. Se me enterró una astilla en el dedo, de hecho hasta el día de hoy la tengo.
Héctor: ¿La astilla o la cicatriz?
Mane: La astilla.
Héctor: ¿Recuerdas la primera vez que sentiste deseo sexual?
Mane: Lo primero que visualizo es mi casa y mi cama. Tengo que haber tenido siete años, fue la primera vez que sentí algo en mi cuerpo que para mí no tenía explicación. Después supe que me estaba masturbando. Ah, pero antes de eso recuerdo una fiesta que hizo mi mamá y esa noche muchos de sus amigos se quedaron a dormir en la casa. El más lindo de ellos durmió en mi cama, conmigo. Tengo el recuerdo de estar al lado de él y de haber estado tan extasiada que no pude dormir. Lo miré toda la noche.
Héctor: ¿Te consideras masculina?
Mane: Muy masculina y me sorprende porque mi mamá puso mucha energía en criarme como niña. Creo que eso fue cambiando en la medida en que fui conociendo el otro lado de mi cerebro. Resuelvo muchos de los problemas de manera concreta.
Héctor: En ti habita un soldado intransigente. ¿De dónde viene?
Mane: Desde chica me he sentido una sobreviviente.
Héctor: ¿Te enojas?
Mane: Nunca y necesito enojarme más
Héctor: Puedes llorar, pero ¿mandas a la mierda?
Mane: Hace poco mandé a la mierda a alguien pero era de mi familia y por temas que venía acumulando. Fueron siglos de mandar a la mierda que no había mandado.
Héctor: ¿Te atreverías a mandar a la mierda a un director?
Mane: No. Yo trato de “usted” a mis directores mientras estamos trabajando. Les digo “Sí señor, no señor”. Es algo que adopté del equipo técnico y que hace aparecer a mi soldado. Me cuestan los enfrentamientos, soy muy sensible y siento que la sensibilidad en cualquier momento me va a ganar.
Héctor: ¿Cuándo te rindes?
Mane: Nunca.
Héctor: ¿Y qué crees que te haría rendirte? Yo nunca he visto que te hayas rendido. Tú me has visto a mi rendirme, yo voy a dejar esto o esta relación llegó hasta acá porque no me hace bien. Me he rendido frente a ti y yo nunca he visto que te has rendido en algo.
Mane: Es verdad, no me había dado cuenta. Oye estudiaste harto para esta entrevista. No yo creo que…
Héctor: ¿Qué te podría hacer rendir?
Mane: Si mi hijo se muere yo me rindo.
Héctor: Incluso creo que no te rendirías.
Mane: Sí, me rendiría. Mi vida no tendría ningún sentido acá.
Héctor: Después de darle muchísimas vueltas y conversarlo mucho te atreviste a hacer un Instagram y entrar en las redes sociales, un mundo muy lejano para ti. Mientras el mundo cambiaba y las figuras se sobreexponian tú hiciste todo lo contrario, ¿lo hiciste a propósito?
Mane: No me interesaba. Antes si uno era estudiante de teatro, era mal visto trabajar en la televisión, exponer tu privacidad, súper mal visto sacarse fotos a sí mismo y menos poniendo cara de cool o de caliente. Con el tiempo uno se va flexibilizando, pero en mi generación exponerse era de muy mal gusto. Era no respetarse. Eso ha cambiado. Yo he cambiado.
Héctor: ¿Qué piensas de la soledad? Una vez te fuiste tres meses sola a Tunquén y el trabajo que haces con tus collage es muy solitario.
Mane: La soledad es un lujo que disfruto profundamente. Desde que nació mi hijo se convirtió en algo aun más inalcanzable, entonces cuando por fin tengo la oportunidad de estar sola, aprovecho de estar sola realmente.
Héctor: ¿El amor es algo que anhelas o ha dejado de ser tan importante?
Mane: Ahora me encantaría estar en pareja aunque no lo veo posible. Antes te he dicho: “Héctor, el amor no existe, la vida es sólo para tener hijos, la pareja no importa”, pero ahora que Santiago ya tiene siete años y me está empezado a dar un poquito más de espacio, me imagino más en pareja que sola. Pero honestamente no veo por dónde.
Héctor: ¿A Santiago le gustaría que tuvieras pareja?
Mane: Si, le encantaría. Como tiene a su papá lejos, quiere tener una imagen paterna cerca y el estaría feliz, de hecho lo dice, reza por eso.
Héctor: ¿Cómo reza, qué dice?
Mane: La Anita le enseñó a rezar, porque yo antes trabajaba mucho y no podía hacerlo dormir, y cuando me encontré con que él rezaba preferí no quitárselo porque me parece una linda costumbre. Repite todas las noches un rezo que inventó y entre esas lineas dice: “Te pido que mi mamá encuentre el trabajo ideal para ella, que no sea hasta tarde para que pueda estar conmigo. También te pido un amigo para ella”. Lo repite todas las noches.
Héctor: ¿Qué es lo que más te emociona de tu relación con él?
Mane: A Santiago decidí no educarlo con rigor, sino que con decirle que “sí “ a todo. Sé que esto es criticable, que él pudo llegar a ser muy mal criado e irrespetuoso. Pero no lo es. Es un niño que tiene sus propios valores, y que solito va poniendo los límites, con una sensibilidad poderosa, es perceptivo y respeta. No tiene miedo a demostrar cariño. Tengo al hijo que soy capaz de tener. Y el tiene a la madre que siempre quiso.
Héctor: ¿Eso es lo que más podría hacerte rendir?
Mane: Eso es lo único. Lo único que podría hacerme rendir es que mi hijo se muriera, porque ahí mi vida no tendría ningún sentido acá. Si, me rendiría pero así a ojos cerrados, no peleo ni una más.
Héctor: ¿Cómo es tu relación con las mujeres?
Mane: No tengo mucha relación con las mujeres. Me ha costado siempre. De chica mis mejores amigos eran unos mellizos hombres y de grande mi mejor amigo eres tú.
Héctor: ¿Es fácil para ti hacerte la hueona? ¿Es un mecanismo para poder sobrevivir sin dañarse?
Mane: No tengo tanta conciencia de eso. Me crié en mi trabajo y aprendí a hacer oídos sordos, a cerrar. Si hay algo que no soy capaz de resolver, o de leer, algo que no me aporta o algo incómodo que pueda congelarme, sigo para adelante no más. No me gusta pasarlo mal.
Héctor: ¿Te has pillado alguna vez diciendo: “ese personaje lo debería haber hecho yo, qué rabia que no me llamaron”?
Mane: Tengo prohibida la envidia en mi vida. Hay otras emociones con las que me he ido tratando de reconciliar. Ahora a la rabia y a los celos los miro con más amor.
De izquierda a derecha Mane Swett usa blusa Etro en Sarika Rodrik, pantalón de Alberta Ferr También usa polerón Hanes, AG jeans en Macarena Rivera y botas Zara.
Héctor: ¿Te gusta drogarte?
Mane: Sí, conocí la anestesia general y es lo mejor que me ha pasado en la vida. Me gusta mucho drogarme, por eso mismo no soy drogadicta, porque cuando hay algo que me gusta mucho y no me hace bien, me alejo. No tengo fuerza de voluntad para dejar las cosas. Yo cuando tengo que dejar algo no tengo que verlo ni tener contacto con eso, tengo que erradicarlo en mi vida.
Héctor: ¿También te pasa eso con las personas por ejemplo, cuando alguien te hace mal?
Mane: Sí. Cuando alguien me hace mal o me hace daño lo elimino de mi vida. Lo que no quiere decir que no piense en esa persona, pero mi vida cambia en función de eso. No me expongo a compartir con gente que me puede hacer daño.
Héctor: ¿Cómo recompones tu corazón, cómo se vuelve a creer?
Mane: Las heridas quedan, amigo, no desaparecen. La forma de recomponerse es saber que están, no tienen por qué seguir siendo un dolor gigante en tu vida, pero son cicatrices que están. No es necesario levantarse como el ave Fénix. Yo antes sentía que después de una caída uno tenía que llegar alto y ahora no, ya no le dedico energía a eso. Demostrarme a mí misma que puedo ser capaz de recomponerme… no, no es necesario.
Héctor: ¿Esos son los 40?
Mane: Puede ser. A mí los 40 me llegaron de regalo con una especie de tranquilidad extraña, extraña te digo porque las circunstancias en mi vida están más inestables que nunca, cada día es distinto al otro, nunca sé lo que va a pasar, estoy dedicándome a criar a mi hijo, trabajando sólo en cosas que no me generan plata pero, me doy cuenta de esta tranquilidad extraña, que tiene que ver con un proceso de conexión conmigo. En alguna parte de mí tengo la seguridad de que más adelante voy a extrañar lo que estoy viviendo ahora.
Héctor: ¿Perdonas?
Mane: No. Buena pregunta. Así como creo que los seres humanos vamos teniendo las cicatrices de lo que nos dañó, creo que uno no perdona. Al estar la cicatriz ahí, siempre te recuerda lo que pasó. Uno cree que no perdona porque tiene rabia contra alguien, contra la persona o la situación, pero eso no solamente es no perdonar, no olvidarlo también. No sé, nunca me han pasado cosas dolorosas que no recuerde hasta el día de hoy.
Héctor: Alguien una vez se dijo en el medio que eras cara y complicada
Mane: Yo creo que yo misma armé esa figura. Era así. Complicada y cara.
Héctor: Prostituta de lujo.
Mane: Es que si te pasan a un maquillador sólo para ti, o te ofrecen más plata, o viajar en primera, o un motorhome con tu nombre afuera, o un guardia que te cuide, ¿iba a decir que no?
Héctor: Si te dicen “Mane, léete este guión” y a ti te encanta, y es de un recién egresado de cine y te dice que no tiene presupuesto, a lo más te puedo pasar a buscar en las mañanas cuando vayan a grabar, pero tú sabes que esta película te puede hacer crecer como actriz, ¿estarías dispuesta a trabajar en esas condiciones?
Mane: Por supuesto que sí. Hoy si podría decir que lo haría, pero tampoco quiero esconder a la Mane que fue cara y complicada, porque sería mentir. Obvio que existió mientras duró, pero yo siento que los tiempos han cambiado un montón, y yo también he cambiado. También ¿sabes qué? me gusta el rumor de ser cara y complicada, lo encuentro simpático.
Héctor: Mucho más alagador a que te digan fácil y barata. ¿Cómo te gustaría que te recuerden?
Mane: Me gustaría algo sencillo, tipo: “Oye, se murió la Mane Swett“ “¿Qué Mane Swett?” “La actriz, pos. La del lunar”.